Un último vuelo
Me entusiasmó mucho la idea de construir un avión. Me sentí de nuevo en la escuela, sentí de nuevo ese gusto por el aprendizaje, esa intriga al no saber qué haríamos con él.
Busqué muchos diseños: diferentes materiales, diferentes técnicas, diferentes métodos, etc. No sabía en realidad cómo lo quería, solo quería que fuera el mejor de todos, que planeara de una manera distinguida y que lo hiciera como lo hacían los aviones de los videos que vi.
Hice algunos modelos en papel. En realidad fueron muchos modelos en papel. Al final, después de tanto probar, de tanto mirar, de tanto investigar, decidí hacer un modelo sobrio pero de buena calidad.
Al otro día, con la decisión tomada, compré todos los materiales necesarios, compré el doble de lo que necesitaba por si en el primer intento no funcionaba o por si se dañaba el primer modelo.
Empecé un poco tarde, no le dediqué mucho tiempo, pero sí el suficiente. Hice las piezas necesarias que el modelo exigía intenté seguir con mucho cuidado las instrucciones y traté de hacerlo con mucha precisión.
Estaba listo. Hice algunas pruebas. No funcionó muy bien en los primeros vuelos. Sin desanimarme, realicé los ajustes necesarios y continué con la fase de pruebas. Empezaba a mejorar. Mi compañero me dijo que no continuara tirándolo, que lo iba a romper, yo no le hice caso y después cuando pensé que estaba listo se partió el soporte de las alas.

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