C'est ma vie-♪♫Jerson ®619♫♪

lunes, 22 de agosto de 2011
Qué buen lugar (Crónica)
Cuando me senté a pensar sobre cuál sitio de la universidad iba a escribir, sin duda alguna, todos mis pensamientos se iban hacia sitio, que además de identificarme también me llena de paz, a este sitio voy todos los días al medio día a entrenar con el equipo de futbol de la universidad, esta es la razón más grande por la cual me gusta tanto este lugar porque integra las cosas que más me gustan en la vida: mi pasión por el deporte, en especial el futbol, y la tranquilidad.
Pero lo mejor de este sitio es que no solo es agradable para explorar el lado deportivo sino que es muy agradable para sentarse a charlar con los amigos, o en muchos casos es excelente para ir a estar un rato solo y poner los pensamientos en orden, además a mi parecer es un sitio muy romántico donde se pueden pasar momentos agradables con esa persona que quieres, tal vés por el aire que corre o porque se ve un magnifico atardecer.
Sentado allí, meditando sobre las cosas que hacen tan especial este lugar, me detuve a observar a las personas que estaban a mi alrededor, al lado derecho tenía un grupo de amigos que reían sin parar, la mayoría observaban a dos de sus compañeros los cuales estaban haciendo una representación visual de algo que le había pasado a unos conocidos suyos, debo reconocer que la risa era un poco contagiosa, y al otro lado tenía una pareja de novios que por su pinta demostraban ser de primero o segundo semestre, es decir “primiparos”, estos no se detenían a mirar quienes estaban por ahí, creían estar solos en el mundo y era tanto la pasión que desbordaban que al comienzo estaban un poco separados y luego ya no podía distinguir cual era cual.
El Putitour (Crónica)
Ya lo teníamos planeado. ¡Esa era la noche! Nos encontrábamos todos a la expectativa en la casa de uno de nuestros compañeros –amigos, todos éramos amigos-. Esa casa era nuestro sitio predilecto de encuentros sociales, allí generalmente pasábamos nuestras tardes completas después de salir del colegio y en algunas ocasiones pasábamos también la noche allí. Ese día, por supuesto, todos dormiríamos ahí.
Ocupamos nuestra tarde con actividades de niños: jugando videojuegos, cartas, viendo fútbol en la televisión... etc. Fue una tarde normal, como las muchas otras que ya habíamos pasado ahí, pero lenta, por lo menos yo la sentí así.
Ya se estaba oscureciendo y nuestro selecto grupo, el de siempre, los mismos 6, estábamos ahí tomándonos una cerveza mientras esperábamos a que llegara la comida… La comida nunca llegó. Eso no importó, el hombre de los contactos hizo un par de llamadas y averiguaciones. En fin sabíamos a cuál de todos los burdeles de la ciudad iríamos.
Éramos unos niños de diecisiete años, excepto uno de nosotros que ya tenía contraseña, por esta razón teníamos que averiguar un lugar donde pasáramos desapercibidos o donde la policía no hiciera su trabajo. Fue así como llegamos a nuestro lugar de encuentro con el “contacto” el cual, en ese tiempo, tenía como veintidós años.
Nuestro recorrido empezó por algunos bares de Cabecera solo para tomarnos unas cervezas antes de finiquitar nuestra noche con la sensación de que éramos unos “hombres” solo por haber ido donde las putas. A mí la idea no es que me emocionara de a mucho pero ya habíamos tomado la decisión grupal y no podía echarme para atrás.
Yo creo que todos los que no teníamos cédula, o como mínimo contraseña, teníamos algo de susto que no disimulábamos muy bien. Pasaron algunas horas y la policía ya nos había sacado de dos establecimientos con la advertencia de que: “Si los volvemos a ver metidos por ahí los echamos pal CAI”. Aún así ninguno de nosotros tuvo miedo de seguir. El “contacto” todo el tiempo era tratando de calmarnos, él era un idiota que no sabía ni en dónde estaba parado y quería que lo siguiéramos a donde se le pegara la gana.
Al fin, después de tantos inconvenientes, llegamos a un lugar llamado STOP en el cual el dueño era “muy amigo” de nuestro “contacto”. Él entró, habló con el “hombre” y nos hizo una seña de que siguiéramos adelante. Fue en ese momento en el que a todos nos dio por quedarnos quietos y con ganas de salir corriendo -Yo tenía mucha hambre y ya me había acobardado-. Alguien que en ese tiempo era muy cercano a mi me dijo “entremos, marica, no vinimos hasta aquí para quedarnos mirando la entrada”. Yo no supe qué hacer, así que le hice caso y entré. No nos demoramos mucho estando allí, algunos no entraban pero eso ya no importaba yo estaba adentro y tenía una mezclas de sensaciones que no sé cómo explicar. Al poco tiempo de haber pedido el trago y de que el “contacto” hubiese elegido a la que nos haría nuestro primer show de striptease entró la policía y ahí se acabo todo el juego.
Para terminar está pésima noche en la cual no había ni comido, lo oficiales siguieron el debido proceso de pedirnos, por tercera vez, la identificación. Eso fue solo protocolo porque todos sabíamos que sólo uno de nosotros era apto para entrar a ese tipo de establecimientos, lo más cómico de la historia es que aquel que podía entrar a este tipo de sitios no estaba ahí entre nosotros, se había quedado afuera y no tuvo la delicadeza de avisarnos que íbamos a ser descubiertos por la policía.
Después de un buen tiempo, la policía decidió dejarnos ir pero con muchas advertencias. Lo primero que hice después de haber quedado libre fue irme a comer tres pedazos de pizza ya que tenía mucha hambre y si llegaba a ser encarcelado no creo que en la prisión vendieran una pizza tan rica como la que me comí esa noche.
Nico Rico (crónica)
Nunca habíamos sido amigos. Nicolás y yo, ya con varios semestres compartiendo el mismo círculo de amigos y algunas clases, como decimos en nuestra jerga vulgar, nos cargábamos la mala. No sé por qué, y en este momento es lo que menos me importa, pero desde hace ya algún tiempo somos muy buenos amigos y hemos compartido sonrisas, alegrías, tristezas, tragos, juegos y muchas otras cosas más que forjan una buena amistad. A veces somos incumplidos y en esta oportunidad teníamos una cita para hacer un deber académico.
Después de muchos inconvenientes por parte y parte llegamos a un acuerdo. Yo lo estaba esperando en una banquita que hay debajo de un árbol donde es muy agradable ya que se pueden ver pasar todas las muchachas bonitas que entran a la UIS y, aparte de todo, corre una brisa refrescante que nos alegra el día. Al fin llegó Nico Rico -así le digo de cariño desde hace algún tiempo-. Yo estaba un poco afanado, tenía otras cosas que hacer, y le digo que me pregunte algo bobo para que el tenga algo qué escribir en su libreta de anotaciones, dice que le gusta jugar al periodista y yo me río de la jeta de bobo que pone cuando lo dice.
Nico es un hombre que tiene claro qué es lo que quiere, aunque no en todos los aspectos de su vida. Nuestra relación se hizo más fuerte en los tiempos difíciles. Él y yo pasamos por una situación similar al mismo tiempo, pero él no sabía ni qué era lo que estaba buscando, estaba algo aturdido, desorientado.
Siguiendo con el juego de periodista le cuento un poco de mi vida, algo sobre el colegio y eso… él me escucha atentamente y me pregunta algunas bobadas a ratos. Disfruto mucho el tiempo que pasamos juntos siempre lo hago reír y el también hace algunas payasadas que disfrutamos todos los que lo vemos, como cuando le da por bailar y cantar en medio de la multitud, no sé si él cree que lo hace bien pero yo, por lo menos lo disfruto.
Casi no me atrevo a preguntarle cosas porque yo creo que los problemas que me ha contado son suficientes y no me gustaría escribirlos para que, incluso, gente que está involucrada los lea. Nicolás es un hombre de 21 años que cursa el séptimo semestre de licenciatura en español y literatura de la UIS, no es muy interesante como para escribir algo de él, aunque es una persona emprendedora, amable, amistosa y, sobretodo, es un hombre muy coqueto. Le gusta la cerveza el fútbol y la música de diferentes géneros y, hasta donde he podido captar, le fascina cantar y bailar.
Este hombre es muy inteligente y en estos momentos de su vida está soltero (le gustan las mujeres más de lo que debería y si hay alguna interesada su número de celular es el 316 288 1911).
Lo único que espero de todo esto es que sigamos compartiendo tantos momentos como la vida nos lo permita ya que todas esas alegrías, tristezas, risas, burlas, abrazos y solidaridad que él me brinda me hacen sentir que él es como mi hermano, aunque lleve poco tiempo de conocerlo la hemos pasado bien y creo que nuestras perspectivas de la vida no están tan alejadas, por eso quisiera que estemos donde estemos podamos burlarnos de esta realidad que a veces no es como quisiéramos.
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